Por Stephen Simpson

Queridos amigos,

Hace poco, estuve en una tienda que exhibía productos navideños nuevos. Vi un gran cartel decorativo en la venta que proclamaba con audacia: «¡Nosotros creemos!». Sonreí y pensé: «Qué maravilla ver una declaración de fe tan fuerte». Pero cuando me acerqué a la ventana, me di cuenta de que el cartel estaba adornado con imágenes de Papá Noel y un pequeño gorro rojo.

No quiero que me malinterprete con respecto a Santa Claus. Su atractivo para mí es tanto como el de los demás. Sin embargo, también me doy cuenta de que la verdadera «guerra contra la Navidad» puede no venir de la dirección en la que algunos de nosotros pensamos. Mantener a Jesucristo en el centro de nuestro enfoque y nuestras celebraciones puede ser un desafío en medio de muchas distracciones y presiones. Creo que la clave para una Navidad alegre es la gratitud. Un corazón centrado en Jesús es un corazón agradecido, y un corazón agradecido es un corazón alegre.

Y, a pesar de los desafíos y pruebas que hemos enfrentado en 2021, tenemos mucho por lo que podemos dar gracias. Uno de mis versos favoritos de «Divina Gracia» lo dice muy bien:

A través de muchos peligros, penurias y fracasos he pasado;

Su gracia es la que me ha traído a salvo hasta aquí,

Y su gracia la que a mi dulce hogar me llevará.1 John Newton (1779)

Esto expresa gratitud por lo que Dios ya ha hecho, y fe por lo que aún hará. No es sólo un testimonio de la liberación de Dios en el pasado, sino una preciosa promesa. «Eres mi fuerza mi fe y mi reposo, como cantamos en otro gran himno, «Grande es tu fidelidad» de Thomas O. Chisholm, 1923.

40 AÑOS

Este año marcó mi 40º aniversario en el ministerio. Cuando tenía 17 años, y estaba a punto de graduarme de la escuela secundaria, en la primavera de 1981, me encontraba en una gran batalla sobre la dirección de mi vida. Sabía que el Espíritu Santo me había llamado a entregar mi vida a Jesús y a comprometerme para servirle en el ministerio. Aunque ya le había pedido a Jesús que fuera mi Señor y Salvador, todavía tenía muchas dudas pues me había rebelado contra la entrega total de mi vida a él. Conociendo algunas de mis debilidades, me oponía con vehemencia a convertirme en un hipócrita ministerial o en un surtidor de clichés y tópicos religiosos.

Llevaba ya dos años trabajando como conserje para la organización de la que acabaría presidiendo, pero dirigir un ministerio no estaba entonces en mi radar, ni era algo que yo quería hacer. Una serie de crisis entre amigos cercanos me sacudió y me abrió los ojos al peligroso camino por el que estaba caminando. Una noche, que estaba solo literalmente en el armario de mi habitación, tuve un encuentro con el Señor mientras tartamudeaba a tientas una oración. Sentí la presencia del Espíritu Santo, hablando a mi corazón: «¿Estás listo para arreglarte conmigo? ¿Me seguirás?» Me preguntó. «Sí, señor», dije yo. Él continuó: «¿Estás listo para servirme en el ministerio?»

Ya había escuchado esto antes. Pero esta vez, por la gracia de Dios, mi corazón estaba abierto a él. Así que dije: «Sí, lo estoy, pero ¿podemos dejar algo definido?» El Señor dijo: «Adelante». Con toda seriedad, le dije: «Señor, ¿podemos dejar claro entre tú y yo que todo esto es idea tuya?». Si hubiera podido verlo entonces, creo que él habría sonreído. «Sí, por supuesto», respondió. «Y lo otro, Señor», balbuceé, «Tú me conoces, y sabes que no hay manera de que pueda hacer esto sin ti… si voy a hacer esto, debo tener tu ayuda». De nuevo, sentí que él sonreía: «Eso es lo que hago siempre».

Olas de su paz y alegría me inundaron. Después de un tiempo de acción de gracias y de alabanza de corazón, sentí que él estaba definiendo aún más mi llamado. Comprendí que me llamaba a ser un alentador y un facilitador de redes. Específicamente, para animar a otros en su caminar con Jesús y para establecer redes, enlaces de recursos con necesidades.

Finalmente, el Señor me recordó un versículo bíblico que comprendí que debía formar parte de mi misión en la vida:

Todas las generaciones celebrarán tus obras, y darán a conocer tus grandes proezas (Salmo 145:4).

Tengámonos en cuenta unos a otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. Desde entonces, mi corazón ha querido ver una expresión multi-generacional de la comunidad, exaltando a Dios y, «estimulándose mutuamente en el amor y en las buenas obras» (ver Hebreos 10:24).

DICIENDO A OTROS

Después de unos días de buscar a Dios, leer las Escrituras y ser refrescado y guiado por su Espíritu Santo, les conté a mis padres y a mis abuelos lo que el Señor estaba haciendo en mi vida. Todos estaban muy contentos. Sabía que habían estado orando por mí durante toda mi vida, y especialmente durante mis años de adolescencia.

Muchos de ustedes saben que no sólo mi padre es ministro, que su padre también lo era. Unas semanas después de compartir mi testimonio con mi abuelo Simpson, él me preguntó si podía traer un mensaje a su grupo de estudio bíblico de adultos mayores. Acepté, pero me preguntaba qué podría decir un niño como yo a un grupo tan sabio de santos experimentados.

Así que escribí todo lo que creía saber sobre Dios y la Biblia. Cabía fácilmente en un lado de una tarjeta de 4″ x 6″. Tenía 15 minutos para hablar; ¡terminé en 5 minutos! Esa pobre gente tuvo que soportar lo que fue, estoy seguro, una presentación insoportablemente aficionada.

Y, sin embargo, me colmaron de amor y aliento. Me dijeron que querían que volviera. Pronto me reunía regularmente con ellos, estudiaba las Escrituras con ellos, escuchaba sus historias, comía con ellos (los pollos y albóndigas de la señora Duke eran los mejores del mundo), cantaba viejos himnos y nuevos coros de adoración, y reían y jugaban juntos juegos de mesa… ¡era el Salmo 145 en acción!

El Señor me guió a buscar cuidado pastoral personal y tutoría de uno de los pastores de nuestra iglesia llamado Bill McLaughlin. (Parte de esa historia se puede encontrar en mi mensaje, «La cruz del discipulado», que está disponible en nuestro canal de YouTube de CSMPublishing). Bill fue un gran mentor y amigo. Pensé que era muy viejo, pero sólo tenía 29 años en ese momento. El Señor lo usó a él y a su grupo familiar, que era parte de nuestra iglesia, para enseñarme sobre la comunidad, el compromiso, el trabajo en equipo y la amistad auténtica.

En esa época, el equipo de liderazgo juvenil de la iglesia me pidió que ayudara en las actividades de los jóvenes. Serví a los jóvenes de nuestra iglesia y también me involucré con un grupo, Vida Joven, mientras estudiábamos «El costo del discipulado» de Dietrich Bonhoeffer y lanzábamos un alcance en una escuela secundaria local. Trabajar con adolescentes y adultos mayores al mismo tiempo me dio un renovado aprecio por el llamado que el Señor había puesto en mi vida. Sigo teniendo hambre de ver ese compañerismo y comunidad mult-generacional. Espero que usted también.

RECUERDE SU LLAMADO

Cada vez que viene el cansancio; cuando las circunstancias parecen abrumadoras y las necesidades y los desafíos nos sacuden desde todas las direcciones, es bueno detenerse y repasar lo que el Señor nos ha dicho y ha hecho en nuestras vidas. Recordemos su llamado, y todos los milagros al guiarnos por su Espíritu.

Pedro, un hombre que enfrentó al desánimo y el fracaso y que encontró aliento y restauración, nos da estas palabras de sabiduría:

 Que la gracia y la paz les sea multiplicada por medio del conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia.  Por medio de ellas nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas ustedes lleguen a ser partícipes de la naturaleza divina, puesto que han huido de la corrupción que hay en el mundo por causa de los malos deseos. Por eso, ustedes deben esforzarse por añadir virtud a su fe, conocimiento a su virtud, dominio propio al conocimiento; paciencia al dominio propio, piedad a la paciencia, afecto fraternal a la piedad, y amor al afecto fraternal. Si todo esto abunda en ustedes, serán muy útiles y productivos en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Quien no tiene todo esto es corto de vista, o ciego, y ha olvidado que sus antiguos pecados fueron limpiados. Por eso, hermanos, procuren fortalecer su llamado y elección. Si hacen esto, jamás caerán. De esta manera se les abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. 2 Pedro 1:2-11

Al recordar las maravillas que él ha hecho en y a través de nuestras vidas, la fe comienza a surgir en nuestros corazones. «¡Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguna de sus bendiciones! (Salmo 103:2″). La acción de gracias y la alabanza rebosan en nosotros. La alegría nos refresca, renueva y fortalece. La acción de gracias quita los ojos de nosotros mismos y de nuestras circunstancias y fija nuestra mirada en Jesús, nuestro Salvador, nuestro Libertador, nuestra Esperanza.

La Navidad de 2021 es una maravillosa oportunidad para profundizar en la adoración. «Venid adoremos a Cristo, el Señor» (John F. Wade, 1743). Al recordar este año con todos sus altibajos, pidámosle a Dios que nos revele cómo estuvo él con nosotros en cada paso y en cada momento. Y recordemos que «El que comenzó en vosotros la buena obra, la concluirá hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1:6).

Me impresiona cantar villancicos, especialmente los que tienen una verdad teológica profunda y rica. Cántelos con sus hijos y sus nietos. Enséñeles lo que significan. Esta es otra expresión viva del Salmo 145 en acción. Cuente a su familia y amigos su testimonio de cuando Dios lo llamó y lo salvó. ¿Qué significa para usted el nacimiento de Cristo? Dígaselo a alguien. Cuéntemelo a mí. Me gustaría escucharlo. Cuanto más lo compartamos, más grande y fuerte será nuestro testimonio.

A medida que nos acercamos al final del año, ¿podría recordarnos también en sus oraciones y en sus donaciones a Charles Simpson Ministries? Al igual que muchos ministerios, en 2021 hemos enfrentado grandes obstáculos y maravillosas oportunidades. Las transiciones, los cambios inesperados e incluso el fallecimiento de amigos queridos nos han llevado a orar y a buscar a Dios. Mirando al futuro, creemos que el Señor está abriendo nuevas puertas en 2022. Estamos muy agradecidos por su amistad y voluntad de caminar con nosotros en este viaje. Si está en condiciones para hacerlo, puede mandar un regalo a CSM (es deducible de impuestos).

Carta Pastoral- diciembre 2021

STEPHEN SIMPSON es Director de CSM Publishing, fue pastor principal de Covenant Church de Mobile, Alabama (2004-2013) y ministra en iglesias y ministerios en Estados Unidos y en otras naciones.

Notas

1.Traducción libre

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de la Reina Valera Actualizada 2015.

Usado con permiso