Un servicio a los padres

Charles y Vernon Simpson

RESPONSABILIDAD EN LA EFICIENCIA FAMILIAR

Nuestro agradecimiento al Señor, y a hombres como usted que han hecho posible la publicación del Padregra­ma durante los últimos tres años. Mi padre y yo hemos tenido el privileqio de servirles en esta forma. Las fami­lias son unidades funcionales que han sido diseñadas para expresar la voluntad de Dios y para proveer las necesida­des básicas de la humanidad. Los padres son los jefes eje­cutivos responsables de hacer que la familia funcione con eficiencia.

MATERIAL DE ENSEÑANZA: Éxodo 2  

Las crisis a menudo revelan las debilidades estructurales de la familia -se gastó demasiado dinero; alguien tuvo pánico; o una tarea importante quedó sin hacerse. Pero aquí tenemos la historia de una jovencita que hizo bien su trabajo cuando la vida de su hermanito dependía de ello. Su hermano creció y se convirtió en uno de los líderes más importantes de la historia.

MARIA

José, hijo de Jacob, fue vendido al cautiverio por sus hermanos que estaban celosos por el amor que su padre te­nía por él. Unos mercaderes de esclavos compraron a José y lo llevaron a Egipto.

Dios bendijo a José porque era un joven muy responsa­ble. En su primer empleo fue hecho administrador de toda la casa de su amo, pero alguien mintió con respecto a él y fue enviado a la prisión. No obstante, José era un buen hombre y cumplía bien con sus deberes aún en la prisión.

Pronto se convirtió en el supervisor de los otros prisione­ros.

Un día dos hombres que estaban en la prisión tuvieron cada uno un sueño y José se los interpretó. Así ganó re­putación de ser un hombre bueno y espiritual. Después, el rey tuvo un sueño y José lo interpretó. Los sueños tenían que ver con siete años de hambre que vendrían sobre la tierra. Porque José pudo interpretar el sueño y aconsejar bien al rey de lo que debía hacer, fue hecho primer minis­tro de Egipto, y salvó a ese país del hambre.

Durante la escasez, la familia de José vino de Canaán a Egipto para comprar alimentos. José confrontó a sus her­manos que lo habían vendido como esclavo, ellos le pidie­ron perdón y él les perdonó y así volvió a unirse toda la familia.

Pasaron muchos años y José murió. Después de tres­cientos años de su muerte, los actos de José se olvidaron. Ahora los descendientes de su familia se habían multipli­cado y había miles de miles de ellos. Eran llamados con el nombre de israelitas.

El rey de Egipto, que se llamaba Faraón, sintió miedo de que los israelitas lo traicionaran y trataran de tomar el gobierno de su país y les hizo sus esclavos, pero ellos crecían aún más.

En un acto de desesperación dio orden de que mataran a todos los israelitas recién nacidos que fueran varones. Había un hombre y su esposa que ya tenían dos hijos, Aarón y Mara y les nació un tercer hijo varón. Tenían tanto miedo de que los egipcios mataran a su pequeño bebé que María y su madre hicieron una arquilla de juncos, la untaron con asfalto y brea y pusieron al bebé adentro. La madre lo dejó ir río abajo y le dijo a María que lo vigi­lara.

Entonces una princesa, la hija del Faraón, vino a bañar­se en el río. La princesa vio la arquilla y envió a su criada para que la trajera mientras María observaba oculta. Aden­tro estaba el niño llorando y la princesa tuvo compasión de él.

En ese preciso momento María salió de su escondite y le dijo: «¿Quieres que llame a una nodriza de las hebreas para que críe este niño?»

«Sí», contestó la princesa.

María vino donde su propia madre para que criara a su propio bebé.

El niño creció en el palacio y se convirtió en un gran líder. Más adelante, Dios lo envió para que sacara a Israel de Egipto y los israelitas se convirtieron en una nación nueva y santa.

¿Puedes decir el nombre del niño? Moisés era su nombre.  

DIALOGO

1. ¿Cómo demostró María su responsabilidad?

2. ¿Cree usted que recibió un buen entrenamiento en su casa?

3. ¿De qué maneras cree usted que fue preparada para esa tarea?

4. ¿De qué manera nos beneficia a nosotros la respon­sabilidad de María?

5. ¿Hay personas que dependen de usted?

SUGERENCIAS: Haga una conferencia con su familia con respecto a la responsabilidad. Junte a la familia y ha­blen de la responsabilidad de cada uno. Discutan las ma­neras en que toda la familia depende de cada miembro. Vea que cada uno haga una lista de sus deberes. Las crisis se pueden evitar o manejar con éxito cuando se puede depender de cada miembro de la familia.

Discuta la importancia de compartir y ayudar con las responsabilidades de los demás.

NOTICIAS: Un reportaje en la edición de U.S. News and World Report de junio 16 dice que la familia contem­poránea está en apuros. Únicamente el 32.4 por ciento de la población vive en una «familia típica». Un hombre y una mujer casados y con hijos. El 22 por ciento de la po­blación vive sola. La familia típica ya no es tan típica. Los divorcios alcanzaron el 63 por ciento.

Hay presión en ciertos círculos de hacer una redefinición de la familia: «dos o más personas viviendo juntas». Los pactos están desapareciendo rápidamente de la vida secular. Los cristianos necesitan instrucción de por qué creemos en el orden que Dios ha instituido para la familia. Si a usted le interesa este asunto, haga algo para expresar su apoyo a aquellos que están haciendo algo.

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NOTA: Los padres resultan ser buenos con el tiempo.

Un artículo impreso en una revista holandesa refleja la transición que muchos de nosotros hemos pasado o esta­mos pasando con respecto a nuestro avalúo de papá:

4 años: Papi puede hacer cualquier cosa.

7 años: Mi papá sabe mucho; muchísimo.

8 años: Papá no lo sabe todo.

12 años: Por supuesto que papá no entiende.

14 años: ¿Papá? ¡Irremediablemente anticuado!

21 años: Ese hombre está fuera de su tiempo, ¿qué podemos esperar?

25 años: De vez en cuando tiene una buena idea.

30 años: Tengo que saber lo que papá piensa de esto. 35 años: Tengamos paciencia; veamos lo que dice papá primero.

50 años: ¿Qué hubiera pensado mi padre de esto?

60 años: Cuánto diera por discutirlo con papá otra vez. (Reproducido de «Have a Good Day», Tyndale House Publishers)

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Padregrama endosa el primer viernes de cada mes como día de Oración y Ayuno. La Biblia nos enseña a ayunar (vea ls. 58, Dan. 9:3,Joel 1:14, Neh. 1:4 y Mat. 6:16).

Le exhortamos a que se una a nosotros y muchos otros cristianos para orar por la nación y su liderazgo. Ore para que la Iglesia sea renovada y se convierta en la luz de la nación.

HERENCIA: Eran los primeros meses de 1942. Las lu­ces habían sido cortadas en nuestro pequeño apartamento, Las sirenas aullaban en la noche. Las calles se perdían en la oscuridad. Toda la ciudad estaba sin luz. Mi mamá y yo nos pegamos a un pequeño radio. La diminuta luz del ra­dio era todo el alumbrado que había en la casa.  

Nueva Orleans estaba en un simulacro de ataque aéreo en los primeros días de la Segunda Guerra Mundial. Papá había salido a otro estado a predicar el evangelio. Mamá y yo estábamos solos. Todavía no había alcanzado los seis años de edad. Mamá me explicó lo de la guerra y que no debíamos tener temor porque el Señor nos cuidaría. Nun­ca podré olvidar la oscuridad tan densa, las sirenas chillan­do y ese sentimiento de impotencia. Tampoco he olvidado el aliento y la confianza que tenía en mis padres. Podía depender de ellos.

Los años pasaron y como ellos dijeron, Dios estaba con nosotros.

El mundo está en crisis otra vez. La oscuridad espiritual nos rodea y hay voces de advertencia que se oyen en la noche. Es tiempo de que los padres se acerquen a sus hijos y les manifiesten la fidelidad de Dios para con los que con­fían en El. C.S.

No olvide su responsabilidad de orar por nosotros.

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Sinceramente,

Charles y Vernon Simpson